“Los artistas son coleccionistas de impresiones,
sensaciones y experiencias visuales de todo tipo, propias y ajenas, reales y
media místicas, imaginadas y soñadas;
ellos almacenan imágenes como otros acumulan dinero (o monedas,
estampillas, libros, tec). Y luego trabajan con ello, lo transforman, lo
mezclan, lo dan vuelta de pies a cabeza, lo toman irreconocible o extraen
detalles de ello, en pocas palabras, crean algo nuevo, una obra estética en la
cual, mediante la habilidad artesanal, la fantasía y la penetración intelectual, ha tomado forma
inimitable lo subjetivo y lo típico actual.”
Michel Nungersser
(Texto extraído del catalogo de Wolfagang Luh “Made in Germany” 1993).
Este
pensamiento nos revela características raramente señaladas dentro de la
conducta de los artistas, al poner el énfasis en la acción de coleccionar,
denotamos la intencionalidad de los actos de apropiación y extracción con
respecto a la producción artística, desde niveles de pensamiento, como puede ser
el de concepción de una obra, momento posterior a la captación de los elementos
que conforman la obra de arte.
El
artista ya no es solo ese personaje ingenuo, creador, que a través de su
inspiración compone melodías dentro de lo visual, sino que también puede ser un
manipulador del bagaje que ha coleccionado. Y que esta característica de
coleccionista de imágenes se nos revela en realidad como coleccionista de
ideas, por consiguiente manipulador de ideas.
En
mi caso personal me considero un total coleccionista, no solo a nivel de
pensamiento, sino también por la praxis misma de mí hacer artístico. Por cómo
me apropio del material para mis obras, por la metodología de composición que
poseen, y por la casi siempre (como constante) construcción en serie que planteo
para su desarrollo.
El
material para mis obras es extraído de diferentes ámbitos, como por ejemplo el
ambiente hogareño. Este es un lugar interesante en donde encontrar pequeños
objetos, pequeños elementos que a través del desgaste causado tal vez por la
manipulación, por el roce, por el transito, nos dan cuenta de su historia. Ni
hablar de lo podemos encontrar en los espacios públicos como la calle. La gente
saca de sus casas cosas que han perdidos para ellas valor desde su
significación, como así también desde sus deseos de consumo. Pero están cosas ante
mí se me suelen revelar con un alto grado de belleza estética, pero sobretodo
simbólica. Un ejemplo de ello puede ser una pila de ladrillos usados, los
restos de revoque, de pintura que pudieran tener los ladrillos, lo desigual en
sus tamaños, en sus morfologías, condimentan estéticamente a esta construcción
casual en vía pública, y pueden
evocarnos innumerables metáforas.
Otros
lugares públicos suelen ser los comercios, los grandes almacenes, las
jugueterías, artesanos, vendedores ambulantes, ferias de todo tipo, etc. En
donde por pequeños montos de dinero podemos encontrar elementos, objetos,
utensilios, que pueden ser extraídos de su propia esencia (Un florero, con
utilidad de florero, pero que en realidad es cualquier cosa menos un florero),
o tal vez ese objeto, juguete, o lo que fuera que necesitáramos para una obra.
Otro
artista que ha solido usar este tipo de apropiación es Víctor Grippo, que de su
obra “Mesas de trabajo y reflexión” (Instalación
1994) Comentaba:
“En mis obras hay zonas fácilmente descifrables que
muestran se significado evidente. Lo que tiene que producirse es una modificación
en la reflexión del espectador, ya que intento elevar el tono general de las
cosas simples, no abstractizándolas, sino jerarquizándolas. Alguien me dijo que
no había que pintar los dos árboles en el paisaje, sino lo que había entre esos
dos árboles y que no se veía. Lo mismo pasa cpn los objetos cotidianos: debemos
reparar en lo que no se ve de ellos. La materia prima esta por todos lados, a
la vista, y sin embargo descubrirlo es lo más precioso, porque se descubre la
forma. Lo más simple se puede transformar en lo más elevado, en el sentido
doble, en lo material y espiritual, que nunca deben estar separados. La
naturaleza tiene esa doble situación que el hombre separa con fines
especulativos, pero que en realidad constituye un todo funcionante.”
Víctor Grippo
(texto extraído del catalogo “Víctor Grippo una
retrospectiva 1971-2001 MALBA, 2001)
En estas palabras de Víctor Grippo vemos como el artista
destaca un aspecto importante de sus obras, el cual a mi me resulta muy
interesante e intento trasladarlo a mi producción, que es la identificación del
espectador en el total o en algún componente de la obra de arte, que le permita
a este aproximarse y reflexionar frente a ella. De esta forma vamos intentando
achicar la brecha entre la obra y el espectador, entre artefacto artístico que
propone una reflexión, y el espectador común sin ningún conocimiento en arte,
que cree que el arte es eso extraordinario e incomprensiblemente bello que
desde los museos y galerías de arte se comercializa.
Este objeto o parte de objeto, que es cotidiano y que es
encuentra jerarquizado en su esencia, por formar parte o simplemente estar
transformado en un producto artístico, facilita la integración entre el
contenido de la obra y los espectadores.
Los
espectadores encuentran en la obra de arte algo familiar, algo que dominan, que
pertenece a su cotidiano; esto les facilita dentro del plano vivencial la
lectura del conjunto de la obra, entendida esta como medio por el cual se puede
trasmitir pensamientos, ideologías.
Cuando
hablamos de que el espectador encuentra algo familiar, lo analizamos en el
aspecto más general que se desprenda de su significado: porque lo familiar
puede estar no solo en trabajar con objetes sacados de la vida real, sino
también se puede dar en lo estereotipado de las imágenes usadas en las obras, o
tal vez en color que el artista les otorgue, en la temática que desarrolle, o
simplemente en las formas de decir las cosas, en el medio por el que busque
comunicarse con el espectador.
La
obra entendida como vehículo por el cual se transmiten ideologías nos da cuenta
de la potencialidad con que esta obra se podrá manejar en su contexto.
La
idea que busco poner en juego en relación a mi producción artística empieza con
valerme del reciclaje, de la re significación que se puede realizar desde este
accionar, de ver al mundo que me rodea como un gran depósito de materiales
físicos, como son todos aquellos que son manipulables, como también de
materiales abstractos, como son las imágenes mentales, desde imagines mnémicas
hasta registros fotográficos o escenas determinadas. Todo lo que sirva para
llamar la atención del espectador, no desde la sorpresa de lo desconocido, de
lo que no se pueda entender, sino desde la sorpresa de poder reconocer algo
familiar en un lugar en donde no se lo espera.
La
posibilidad de que el espectador logre reconocer algo que le sea familiar
cuando se situé frente una obra, ayuda a la compenetración de este y la obra de
arte.
Al
trabajar con objetos sacados de la vida cotidiana, o como se suele decir de la
vida real, elementos producidos por la industria o derivados de procesos de
industrialización, y manipularlos como material para la construcción de mis
obras o para el desarrollo de mis procesos creativos, me hago eco y me apropio
de lo que Nicolás Bourriaud denomina “Postproducción”.
“En mi libro Postproducción intento sentar las bases
para una cultura del uso de las formas, de los signos y de las obras. Al
volverse generador de comportamientos y de nuevos usos potenciales, el arte
viene a contradecir la cultura pasiva oponiendo las mercancías y sus
consumidores; hace funcionar las formas dentro de las que se desarrollan
nuestra existencia cotidiana y los objetos culturales propuestos para nuestra
apreciación. ¿Y si la creación artística pudiera hoy compararse a un deporte
colectivo, lejos de la mitología clásica del esfuerzo solitario? Son los
espectadores los que hacen el cuadro, decía Marcel Duchamp, una frase
incomprensible si no se la asocia a la industria general de la emergencia de la
cultura del uso, para la cual el sentido de la colaboración, de una negociación
entre el artista y aquel que contempla la obra. ¿Por qué el sentido de una obra
no podrá provenir tanto del uso que se hace de ella como del sentido que le da
el artista? Tal es mi hipótesis: ¿Aquello que se denomina arte de
apropiación no es por el contrario un acto de abolición de posibilidad de
la propiedad de las formas?
El DJ es la figura popular concreta de ese
colectivismo, un practicante para quien la obra pegada a su firma no es otra
cosa que un punto dentro de una larga línea sinuosa de tráficos, bricolajes,
etc.
N. Bourrriaud.
(El autor sobre su libro “Postproducción” 2002).
Nicolás
Bourriaud en el desarrollo de su idea de postproducción nos habla de la
apropiación y re significación de materiales preexistentes, en pos de generar
significados a partir de la selección y combinación de elementos heterogéneos,
siempre pensando en la conformación de un todo homogenizo, o no, según lo
demande la intención que evoque la obra.
Este
aspecto desprendido de la postproducción, la de poder proponer re
significaciones a partir de las obras de arte, es el que más me interesa
desarrollar en mis producciones. Concibo a mis obras como relatos, buscando que
el espectador se pueda apropiar de algo a través de la identificación, de esta
forma comenzara la interacción entre él y
la obra; entre la intencionalidad del artista y todo el bagaje experiencial del
espectador.
Guillermo Lupiañez
2006