Habitación con una sola
puerta de ingreso, luz focalizada en el centro; dos personajes en escena, uno
parado (Carlos Edgardo) y el otro sentado en un cajoncito de madera (María
Teresa); los dos personajes tienen el brazo derecho en alto con la mano por
encima del hombro, esta se encuentra cerrada como si estuvieran sosteniendo algo.
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Carlos Edgardo
– Parado en medio de la habitación (siempre
con la mano derecha levantada) sacándose un chupetín de color anaranjado de la
boca con la mano izquierda, comenzando a hacer ademanes, rompe el silencio: Yo siempre
quise tener botas para lluvia de color amarillo con una pequeña rayita roja
sobre el borde, como si esta quisiera escapar…
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María Teresa
– Sentada en el cajoncito de madera,
mirando arriba de Carlos Edgardo como si allí hubiera algo que fuera de su
máximo interés (también ella tiene la misma mano levantada en igual posición
que el personaje anterior), encogiéndose de hombros dice: Yo de chica
tuve unas botas de lluvia verdes… Y siempre
quise escapar, nunca lo logre, tal vez sea porque en casa los días de lluvia mi
madre solía hacer tortas fritas. A mí las tortas fritas no me gustan mucho,
pero tortas fritas con miel, convencen a cualquiera… ¿No? Este último “no”,
la protagonista lo hace realizando un marcado gesto de afirmación.
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Carlos Edgardo
– Con tono de no comprender y como no
dándole importancia a lo que María Teresa dice, jugando con el chupetín, metiéndoselo
y sacándoselo de la boca, le responde: No, yo me refería a que la línea roja… Una línea roja
que no quiere pertenecer al amarillo de las botas, encima de goma. Vos te
imaginas botas amarillas de goma con una pequeña línea roja… Como para no
querer escapar…
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María Teresa
– Con cara de que no fue clara, dice: Vos no
comprendes lo que yo te digo, eran botas verdes con gusto grasoso y mucho
pegote en los dedos…
Carlos Edgardo pone cara de
asco y con el chupetín en la boca gira el palito del mismo frente su cara, en
este mismo momento mientras se escuchan las últimas palabras de María Teresa
entra a escena un tercer personaje llamado María Luciana, que con andar
tranquilo se para frente a los dos protagonistas anteriores y comienza a
interactuar con ellos.
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María Luciana
– dice: Hola. ¿Cómo andan?
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María teresa y Carlos Edgardo – Responden a
coro: Que
tal…
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María Luciana
– Le sorprende la respuesta poco cordial
y les contesta: Bien… ¿Qué hacen?
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Carlos Edgardo
– Responde: Nada, hablamos de pegotes.
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María teresa
– confundida, dice: “No, de pegotes
no.” De botas verdes. ¿Vos María Luciana cuando eras chica tenias botas de lluvia?
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María Luciana
– Continúa preguntando: Y… ¿por qué tienen la mano así? Acompaña sus dichos con un gesto levantando su mano.
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Carlos Edgardo
– Extrañado dice: ¿A qué te réferis?
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María Luciana
–Señalándole la mano levantada a Carlos
Edgardo le contesta: ¿A la posición en
que tienes la mano?
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María Teresa
– Dice: Ah… Acá en la mano tengo un globo… Pero yo te pregunte si habías tenido
de chica botas de lluvia. Y no me
contestas…
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María Luciana
– No esperando que María Teresa termine
de hablar, comienza a interrogar a Carlos Edgardo de forma imperativa: ¿Y vos?
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Carlos Edgardo
– responde: Otro globo. y mira a María
Teresa diciéndole a esta con tono burlón: Y
se dice botas para lluvia, no botas de lluvia. Y se queda murmurando por bajo:
Botas de lluvia, como si pudiera haber botas de lluvia… Y como serian…
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María Luciana
–Con admiración les dice a ambos: “Me están cargando.” Los otros dos personajes miran desorientados a María Luciana mientras
esta les sigue diciendo: “Ahí no tienen
nada…”
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María Teresa
– Entre sorprendida y angustiada exclama: “No te entiendo.”
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María Luciana
– Poniéndose nerviosa y pasando la mano
por encima de la mano levantada de ambos, como para demostrar que no hay nada,
les dice: “Que Ustedes acá no tienen
nada.”
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Carlos Edgardo
– Retirándole la mano a María Luciana, y
con tono de quien comprende a alguien confundido le explica: Como que nada… Yo acá tengo un globo…
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María Teresa
– Con el mismo tono entre comprensivo y
burlón, dice: Y yo acá tengo otro…
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María Luciana
– Hace un comentario a ella misma en voz
alta: “No puede ser.”
María Luciana realizando
ademanes de no comprender la situación, busca a un costado de la habitación
otro cajoncito de madera igual al de María Teresa y se sienta frente a esta, de
espaldas al público, mientras Carlos Edgardo gira caminando alrededor de ellas.
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María Luciana
– Tomando una posición reflexiva, continúa
su indagación: A ver, esperen, vamos a hablar… ¿María Teresa como
es tu globo?
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María Teresa
– Responde: “Mi globo es verde.”
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María Luciana
– Manteniendo
el mismo modo reflexivo, sigue preguntando:
¿Y el tuyo Carlos Edgardo?
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Carlos Edgardo
– Contesta: El mío es amarillo…
En este momento mientras
María Luciana sigue hablando aparece en escena un cuarto protagonista llamado
Carlos Guillermo, pero ninguno de los tres personajes preexistentes nota su
entrada a la habitación, este toma una actitud pasiva como de observador.
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María Luciana
– Que
no ha notado la presencia de Carlos Guillermo sigue diciendo: “Pero no se dan cuenta que no tienen nada.”
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María Teresa
– Descubre al recién llegado y lo saluda: “Hola Carlos Guillermo.”
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Carlos Guillermo – Le contesta: Hola María Teresa…
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Carlos Edgardo
– Mira a Carlos Guillermo y le dice: Hola Carlos Guillermo.
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Carlos Guillermo – Le responde: Hola Carlos Edgardo… Y mira a María Luciana y le dice de forma cordial: “Hola.”
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María Luciana
– Con actitud indiferente mira a Carlos
Guillermo y respondiéndole al pasar le dice: Que tal… Y vuelve su
mirada a María Teresa y a Carlos Edgardo, y con
actitud de
preocupación continua: Ustedes ahí no
tienen nada. Lo pueden entender…
María Teresa y Carlos Edgardo miran desolados a María
Luciana.
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María Teresa
– Queriendo comprender a María Luciana y
con tono maternal le pregunta: Te sentís
bien María Luciana… ¿No te gustaría un jugo?
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María Luciana
– Con tono imperativo le responde: No, no me gustaría un jugo. Lo que si me gustaría es
que me entiendan, y que se den cuenta que ustedes no tienen nada.
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Carlos Edgardo
– Jugando con el palito del chupetín y
dirigiéndose a Carlos Guillermo le dice a este: Yo, no entiendo nada…
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María Luciana
– A estas alturas y casi
desesperadamente, poniéndose de pie e increpando a Carlos Guillermo le dice: Usted me podría ayudar y decirles a estos dos que no
tienen ningún globo, y que es solo fantasía, o no sé qué… Con esto último se vuelve a sentar en el banquito con
una actitud de persona derrotada.
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Carlos Guillermo – De forma dubitativa contesta: Me va saber disculpar, pero no sabría que decir…
Se produce un silencio
importante, María Luciana sigue sentada, agachada con ambas manos en la cabeza,
apoyando los codos en sus rodillas. María Teresa y Carlos Edgardo todo el
tiempo con las manos derechas levantadas como si realmente estuvieran sosteniendo
un globo por su hilo, miran a María Luciana de forma desconcertante.
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Carlos Guillermo – Anuncia: Bueno, me voy…
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María Teresa
– Le responde: “Chau Carlos Guillermo.”
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Carlos Edgardo
– De forma canchera le dice: Nos, vemos…
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María Luciana
– Sin cambiar de actitud pregunta: ¿Y este quién es?
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María Teresa
– Contesta sin dar mucha importancia a la
pregunta: Este… El que nos vendió los
globos…
María Luciana levanta la
vista y la mira fijamente a María Teresa.
Fin…
Córdoba, Arg. Mayo de
2004.
Texto corregido en
Noviembre de 2013.