miércoles, 27 de noviembre de 2013

Sombras


Esta obra habla de los carros de cirujas que circulan por la ciudad de Córdoba, Arg. En el mes de marzo del año 2000 se aprobó una ordenanza municipal, prohibiendo la entrada de carros tirados por caballos al micro centro de la ciudad.
Gracias a esta medida los carreros pusieron al máximo su creatividad para poder llevar a cabo su trabajo, sin dejar de cumplir la ordenanza impuesta por la comuna, construyendo carros más pequeños que pudieran ser tirados por ellos mismos. Estos carros poseen cualidades estéticas indiscutibles, en sus diseños, formas tienen la capacidad de mutar según la carga que contengan, carga que muchas veces desafía la gravedad. Estos carros son verdaderas obras de de arte que ambulatoriamente recorren la ciudad.
Considero esta temática socia como campo fértil para desarrollar este proyecto, no con la intención de la denuncia, sino con la simple necesidad de mostrar lo que veo y lo que pienso en relación esta realidad; buscando mantener un dialogo con los otros, no de forma masiva, por el contrario, de forma sutil y discreta, intentando  filtrarme en el contexto social de donde sale la idea.
Esto se busca lograr través de la repetición grafica de la sombra de un carro dibujada con tiza sobre veredas y paredes de la vía pública, en todo lugar en donde un carro de verdad pudiera proyectar su sombra.    
Por sus mismas características este proyecto busca desarrollar un doble concepto de existencia-negación, como metáfora  de la negación e incapacidad social, en donde los pobre, los marginados, los indigentes, se vuelven invisibles a los ojos de los otros.    

Trabajar con la imagen estereotipada de la sombra de un carro, hecha en tiza, con la característica de efímera que da esta materialidad refuerza el concepto precario de la conjunción existencia-negación. En donde la calle se vuelve el soporte ideal para que el proyecto busque desarrollarse.   

 Noviembre 2004.


miércoles, 20 de noviembre de 2013

Cosa de globos

Habitación con una sola puerta de ingreso, luz focalizada en el centro; dos personajes en escena, uno parado (Carlos Edgardo) y el otro sentado en un cajoncito de madera (María Teresa); los dos personajes tienen el brazo derecho en alto con la mano por encima del hombro, esta se encuentra cerrada como si estuvieran sosteniendo algo.
-         Carlos EdgardoParado en medio de la habitación (siempre con la mano derecha levantada) sacándose un chupetín de color anaranjado de la boca con la mano izquierda, comenzando a hacer ademanes, rompe el silencio: Yo siempre quise tener botas para lluvia de color amarillo con una pequeña rayita roja sobre el borde, como si esta quisiera escapar…

-          María TeresaSentada en el cajoncito de madera, mirando arriba de Carlos Edgardo como si allí hubiera algo que fuera de su máximo interés (también ella tiene la misma mano levantada en igual posición que el personaje anterior), encogiéndose de hombros dice: Yo de chica tuve unas botas de lluvia verdes…  Y siempre quise escapar, nunca lo logre, tal vez sea porque en casa los días de lluvia mi madre solía hacer tortas fritas. A mí las tortas fritas no me gustan mucho, pero tortas fritas con miel, convencen a cualquiera… ¿No? Este último “no”, la protagonista lo hace realizando un marcado gesto de afirmación.

-          Carlos EdgardoCon tono de no comprender y como no dándole importancia a lo que María Teresa dice, jugando con el chupetín, metiéndoselo y sacándoselo de la boca, le responde: No, yo me refería a que la línea roja… Una línea roja que no quiere pertenecer al amarillo de las botas, encima de goma. Vos te imaginas botas amarillas de goma con una pequeña línea roja… Como para no querer escapar…

-          María TeresaCon cara de que no fue clara, dice: Vos no comprendes lo que yo te digo, eran botas verdes con gusto grasoso y mucho pegote en los dedos…   

Carlos Edgardo pone cara de asco y con el chupetín en la boca gira el palito del mismo frente su cara, en este mismo momento mientras se escuchan las últimas palabras de María Teresa entra a escena un tercer personaje llamado María Luciana, que con andar tranquilo se para frente a los dos protagonistas anteriores y comienza a interactuar con ellos.
-          María Lucianadice: Hola. ¿Cómo andan? 

-          María teresa y Carlos EdgardoResponden a coro: Que tal…

-         María LucianaLe sorprende la respuesta poco cordial y les contesta: Bien… ¿Qué hacen?

-         Carlos EdgardoResponde: Nada, hablamos de pegotes.

-         María teresa – confundida, dice: “No, de pegotes no.” De botas verdes. ¿Vos María Luciana cuando eras chica  tenias botas de lluvia?

-          María LucianaContinúa preguntando: Y… ¿por qué tienen la mano así? Acompaña sus dichos con un gesto levantando su mano.

-         Carlos EdgardoExtrañado dice: ¿A qué te réferis?

-          María LucianaSeñalándole la mano levantada a Carlos Edgardo le contesta: ¿A la posición en que tienes la mano?


-         María TeresaDice: Ah… Acá en la mano tengo un globo… Pero yo te pregunte si habías tenido de chica  botas de lluvia. Y no me contestas…

-         María LucianaNo esperando que María Teresa termine de hablar, comienza a interrogar a Carlos Edgardo de forma imperativa: ¿Y vos?

-         Carlos Edgardoresponde: Otro globo. y mira a María Teresa diciéndole a esta con tono burlón: Y se dice botas para lluvia, no botas de lluvia. Y se queda murmurando por bajo: Botas de lluvia, como si pudiera haber botas de lluvia…  Y como serian… 

-         María LucianaCon admiración les dice a ambos: “Me están cargando.” Los otros dos personajes miran desorientados a María Luciana mientras esta les sigue diciendo: “Ahí no tienen nada…”

-         María TeresaEntre sorprendida y angustiada exclama: “No te entiendo.”

-         María LucianaPoniéndose nerviosa y pasando la mano por encima de la mano levantada de ambos, como para demostrar que no hay nada, les dice: “Que Ustedes acá no tienen nada.”

-         Carlos EdgardoRetirándole la mano a María Luciana, y con tono de quien comprende a alguien confundido le explica: Como que nada… Yo acá tengo un globo…
-         María TeresaCon el mismo tono entre comprensivo y burlón, dice: Y yo acá tengo otro…

-         María LucianaHace un comentario a ella misma en voz alta: “No puede ser.”     
María Luciana realizando ademanes de no comprender la situación, busca a un costado de la habitación otro cajoncito de madera igual al de María Teresa y se sienta frente a esta, de espaldas al público, mientras Carlos Edgardo gira caminando alrededor de ellas.
-         María LucianaTomando una posición reflexiva, continúa su indagación: A ver,  esperen, vamos a hablar… ¿María Teresa como es tu globo? 

-         María Teresa Responde: “Mi globo es verde.”

-         María Luciana –  Manteniendo el mismo modo reflexivo, sigue preguntando: ¿Y el tuyo Carlos Edgardo?

-         Carlos EdgardoContesta: El mío es amarillo… 
En este momento mientras María Luciana sigue hablando aparece en escena un cuarto protagonista llamado Carlos Guillermo, pero ninguno de los tres personajes preexistentes nota su entrada a la habitación, este toma una actitud pasiva como de observador.
-         María Luciana –  Que no ha notado la presencia de Carlos Guillermo sigue diciendo: “Pero no se dan cuenta que no tienen nada.”

-         María TeresaDescubre al recién llegado y lo saluda: “Hola Carlos Guillermo.”

-         Carlos GuillermoLe contesta: Hola María Teresa…

-         Carlos EdgardoMira a Carlos Guillermo y le dice: Hola Carlos Guillermo.

-         Carlos GuillermoLe responde: Hola Carlos Edgardo… Y mira a María Luciana y le dice de forma cordial: “Hola.”

-         María Luciana – Con actitud indiferente mira a Carlos Guillermo y respondiéndole al pasar le dice: Que tal… Y vuelve su mirada a María Teresa y a Carlos Edgardo, y con
actitud de preocupación continua: Ustedes ahí no tienen nada. Lo pueden entender…
María Teresa y  Carlos Edgardo miran desolados a María Luciana.
-         María TeresaQueriendo comprender a María Luciana y con tono maternal le pregunta: Te sentís bien María Luciana… ¿No te gustaría un jugo? 

-         María LucianaCon tono imperativo le responde: No, no me gustaría un jugo. Lo que si me gustaría es que me entiendan, y que se den cuenta que ustedes no tienen nada.

-         Carlos EdgardoJugando con el palito del chupetín y dirigiéndose a Carlos Guillermo le dice a este: Yo, no entiendo nada…

-          María LucianaA estas alturas y casi desesperadamente, poniéndose de pie e increpando a Carlos Guillermo le dice: Usted me podría ayudar y decirles a estos dos que no tienen ningún globo, y que es solo fantasía, o no sé qué… Con esto último se vuelve a sentar en el banquito con una actitud de persona derrotada.

-         Carlos Guillermo De forma dubitativa contesta: Me va saber disculpar, pero no sabría que decir… 
Se produce un silencio importante, María Luciana sigue sentada, agachada con ambas manos en la cabeza, apoyando los codos en sus rodillas. María Teresa y Carlos Edgardo todo el tiempo con las manos derechas levantadas como si realmente estuvieran sosteniendo un globo por su hilo, miran a María Luciana de forma desconcertante.
-         Carlos GuillermoAnuncia: Bueno, me voy…

-         María TeresaLe responde: “Chau Carlos Guillermo.”

-         Carlos EdgardoDe forma canchera le dice: Nos, vemos…

-         María LucianaSin cambiar de actitud pregunta: ¿Y este quién es?

-         María TeresaContesta sin dar mucha importancia a la pregunta: Este… El que nos vendió los globos…

María Luciana levanta la vista y la mira fijamente a María Teresa.                                  
     Fin…
Córdoba, Arg. Mayo de 2004.

Texto corregido en Noviembre de 2013.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Crucificados

Crucificados
Sobrevuelan pájaros
al olor de mi carne
mientras veo a las ratas
saborearse con ganas
a este pobre despojo
que dejaron tus ansias.


Tomo como referente un hecho específico que sucedió en el año 2001 en la ciudad de La Quiaca, provincia de Jujuy, Arg. Los pobladores de esta ciudad del noroeste argentino se crucificaron en las calles como forma de protesta, y en contra de de las políticas de los gobiernos provincial y nacional, por considerarse desamparados de estas y sin ninguna respuestas a sus necesidades.
El desenfreno capitalista que domina al hombre, crucifica a quienes no responden a sus pautas, con marginalidad, hambre, pobreza, falta de educación y tantas otras formas como personas y sus circunstancias se encuentren por debajo de occidente…


Serie "Crucificados" 2003.